>> sábado, 18 de febrero de 2017
Durante 20 años acogí gatos abandonados: pequeños huérfanos, gatas preñadas o simplemente adultas; y en circunstancias especiales algún macho adulto joven.
En esos 20 años , también algunos perros se cruzaron en mi vida; perros adultos que al igual que la mayoría de esos gatos habían tenido un hogar que por alguna razón habían perdido.
Guardo en el alma momentos compartidos, algunos de mucha alegría, otros de profunda tristeza. Algunos de esos rescatados aún me acompañan físicamente, a otros los veo esporádicamente o sé de ellos por sus actuales dueños; muchos ya no están en este mundo. Pero sea como sea , creo que valió la pena darles a todos una segunda oportunidad de vida.
Hoy, el capítulo de rescates y adopciones llegó a su fin. Ya no podré, al menos directamente, acoger a esos seres indefensos para darles la esperanza de una nueva vida. Sin embargo sé que de alguna manera mi existencia estará siempre ligada a ellos.
Algunas de esas historias ya están en este blog, la historia de la Manada Bambi, nombre del primer minino que acogí hace casi 20 años. Hoy retomo el blog para seguir contando parte de la vida de quienes la integraron por algunos días, algunos meses o algunos años.
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