Conocí a Paolo en junio del 2008. Vivía en una colonia de gatos silvestres difícilmente domesticables, sin embargo al verlo supe que era distinto, que tenía una oportunidad de vida. Sus ojos dulces y su miedo pedían ayuda. No costó mucho atraerlo y llevarlo a casa. Estaba sucio, descuidado , pero sano. Tenía unos 10 meses.
Durante un mes, vivió escondido bajo una cama y temblaba cada vez que se le tocaba. Sin embargo , nunca atacó , ni se defendió. Poco a poco perdió el temor y confió.
Paolo tenía una malformación que impedía que sus testiculos bajaran y al someterlo a cirugía descubrieron que además tenía un útero atrofiado. Si no lo hubierámos rescatado seguramente hubiera tenido problemas que habrían terminado en una muerte prematura. Pero una simple intervención quirúrgica solucionó el problema. : hoy es un gato castrado como cualquier otro.
El gatito arisco y temeroso, se transformó en un hermoso peluche mimoso, dulce y juguetón que ama dormir en las camas, la comida recién servida y tomar agua del grifo.
Hoy Paolo comparte su vida con sus hermanos de especie y su familia humana como si hubiera nacido entre ellos : nada queda del gatito nacido en la calle que sólo conocía el frío, el hambre y el abandono.
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